Por Fernando Manzanilla Prieto

Actualmente el mundo atraviesa por diversas crisis que ponen en jaque a la humanidad. Se habla de crisis económicas, ambientales, de seguridad e incluso de valores, las cuales sin duda son muy importantes. Sin embargo, muchas veces las naciones pasan por alto una de las crisis más importante y latente para los seres humanos como es la de la falta del agua, un líquido vital para la propia vida.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UNICEF, al menos 2 mil 200 millones de personas en el planeta carecen del acceso a servicios de agua potable, gestionados de forma segura.

Desafortunadamente en nuestro país la situación no es distinta.  Hace algunos días, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publicó el V Informe Anual de la Relatoría Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA) 2021 en el cual advirtió su preocupación por los elevados índices de falta de agua en México, ya que estima puede provocar una “crisis social sin precedentes”.

La Relatoría Especial ha tomado nota de un estudio elaborado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en 2019, que precisa que más del 80% de 95 sitios de monitoreo de la calidad superficial del agua en el estado de Puebla, que incluye ríos, cuencas y presas, se encuentran en semáforo rojo por “fuerte contaminación” y “contaminación” provocada por la presencia de altas concentraciones de metales pesados, químicos tóxicos y materia fecal.

En este mismo sentido, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) confirmaron que sólo la tercera parte de las viviendas (471 mil 226) reciben agua a diario; 302 mil 709, cada tercer día; 259 mil 200, dos veces por semana; 222 mil 851, una vez por semana; 92 mil 005, de vez en cuando, y más de 170 mil 352 hogares no reciben agua. Situación que se ve exacerbada en las comunidades rurales.

Es importante destacar que México ha enfrentado en 2021 una de las sequías más severas y extendidas en décadas. Más de 50 millones de personas experimentan algún tipo de escasez, según investigadores científicos de dentro y fuera de México.

En concreto, en el país, entre 12.5 y 15 millones de habitantes no tienen acceso a agua potable, esto representa aproximadamente al 10% de la población, sin embargo, entre quienes sí acceden, casi un 30% no cuenta con la cantidad ni la calidad suficiente.

Por otra parte, es relevante que México es uno de los 25 países del mundo que enfrenta un mayor estrés hídrico, según el Instituto de Recursos Mundiales.

Tomando en consideración este marco, la Relatoría Especial ha manifestado que el derecho a la vida, a la alimentación, a la vivienda, a la salud, al agua y a un ambiente sano se están viendo y se verán cada vez más impactados por la emergencia climática, provocando una crisis social sin precedentes, que además se suma a la generada por la pandemia.

Es así que este organismo mira con preocupación que, dado los elevados índices de falta de dotación de agua en varios lugares del país, esto pueda verse exacerbado con el incremento de temperaturas, poniendo en riesgo la garantía de derechos y la posibilidad de tener una vida digna de millones de personas.

Recordemos que hace un poco más de una década, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el derecho de todos los seres humanos a tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal, segura, aceptable y asequible, así como accesible físicamente.

Como lo he mencionado en el pasado en este mismo espacio, es necesario que tengamos presente que sin agua no hay vida.

Es por ello que insisto en que el llamado es a actuar y sumar esfuerzos entre todos los sectores: público, privado, social, académico, especialistas y la ciudadanía en general, para generar mecanismos que abonen a una estrategia integral a favor de la adecuada conservación del agua.

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