Las nuevas condiciones de las calles del Centro Histórico de Puebla llevan al aventurero a recuperar sus paseos y descubrir apariciones, desapariciones y reapariciones de los sitios emblemáticos de los poblanos, como el Hotel Royalty donde hubo de todo, toreros artistas, políticos, noviazgos, divorcios, amenazas de muerte… Las mejores chalupas y guajolotes…

Por Jesús Manuel Hernández*

El aventurero había retomado sus paseos matutinos aprovechando el buen clima y las condiciones de las calles de la ciudad, ahora pueden ser caminadas como hacía muchos años no era posible. La presencia de los vendedores ambulantes, el desorden, habían invadido los espacios de los ciudadanos.

Y así Zalacaín se dedicó esos días a dar paseos por el Centro Histórico y recordando los sitios antes emblemáticos donde los poblanos acudían. Moloterías, torterías, algunas cantinas, sitios donde era posible consumir algún coctel de mariscos o un chileatole nocturno.

La sociedad de Puebla tenía en el centro de hace décadas espacios de convivencia desplazados por las franquicias, las modas de los millennials, la llegada de marcas y tendencias gastronómicas ajenas a la tradición poblana en aras de beneficiar al extranjero, al turista, no siempre motivo de enseñarle nuestra riquezas sino adaptarla para ellos.

Para su asombro el taco al pastor ha inundado las calles, frente a catedral se alza un enorme negocio donde se ofertan los trompos rojos de carne de cerdo. Las tortas de Meche, solo conservan el nombre, no la tradición de hacerlas diferentes en la década de los 40, los 50 y hasta los 60 quizá.

Zalacaín reconsideraba esas modas y la desaparición de los establecimientos tradicionales, por ejemplo el Café Aguirre de la 5 de Mayo, convertido hoy en tienda de ropa, o el Munich frente a San Agustín, convertido en heladería. Queda en cambio El Cazador, con unos cien años a cuestas.

Ya no existen rastros de El Vasco, o La Flor de Puebla, el Ritz, luego convertido en el Café del Portal, el Alameda en el Portal Hidalgo desaparecido hace varias décadas cuando empezó el auge de la llamada Zona Esmeralda.

Quizá el sitio más emblemático de los poblanos de antes haya sido el Restaurante Royalty, luego convertido en Hotel y cuyas puertas cerraron hace unos años para ser remodelado.

Zalacaín se paró frente al Royalty, pasaron por su mente muchas anécdotas, vivencias, el Combate de Flores posterior al desfile del 5 de Mayo por ejemplo o la cita para el aperitivo al medio día o el café después de las 10 am, donde algunos poblanos acostumbraban sentarse para leer el periódico y “echarle” un ojo a las alumnas y secretarias de la Comercial Inglesa, los bancos o empleadas municipales…

El Royalty fue siempre un sitio de referencia, las mejores chalupas, los guajolotes, la caña de cerveza y a veces el menyul, rojo, y por supuesto la presencia de la marimba sábado y domingo.

Quienes se sentaban en el Royalty debían ir prevenidos para soportar a veces la atención muy lenta, la presencia de vendedores de lotería, aseadores de calzado, artesanos, etcétera, pero era la mejor pasarela de Puebla.

El Royalty cerró, tiene ahora letreros donde se indica su restauración. Algún amigo le había comentado sobre la adquisición del inmueble por parte de un empresario oaxaqueño interesado en conservar la tradición del hotel y el restaurante.

Alguna vez Manolo Hill Buchelén le había contado en torno a una paella hecha por él mismo, algunas anécdotas del espacio.

Para muchos se trató de un hotel más en la ciudad, cuyo único mérito era estar en el Portal Hidalgo, pero no fue así, tenía una vocación de siglos.

Ubicado en el predio 1242 de la ciudad el Padrón de Tiendas y Vendajes le menciona como un negocio “mestizo” de Tomás Macías e 1835. Décadas después el espacio se convirtió en el café donde se juntaban los poblanos más importantes de la época, el sitio se llamó “Giacopello”, principios del siglo XX, las tertulias eran famosas por gente como Tirso Sánchez Taboada, Agustín Fernández Aguirre, Rafael Lara Grajales, Benjamín del Callejo, Francisco de Velasco, Luis Arrioja y otros.

En 1925 el Giacopello cerró sus puertas se transformó en el Royalty dirigido por Guillermo Carrera quien le traspasó a un individuo de mal carácter apodado “vinagrillo” y éste a su vez a Manuel Arnaiz.

Para 1942 Manuel Hill Coll llegado de Cataluña se hizo con la propiedad, el edificio, pero siguió rentando la planta baja, e hizo un hotel y le puso el mismo nombre “Royalty” en el número 8 del Portal Hidalgo.

El hotel fue todo un éxito, ahí se vistió Manolete en 1947, ahí trabajó como gerente del restaurante Mario Rey de los Churumbles de España en 1970, y luego se pondría en marcha “La Taberna” en 1984 con espectáculo flamenco…

Toda una tradición frente a sus ojos. El aventurero quiso entrar a ver la remodelación, imposible, pero los “rumores” mencionan un excelente trabajo.

El Royalty, escenario de grillas políticas, negocios, amenazas de muerte, noviazgos, divorcios y quien sabe cuántas cosas más, está de vuelta, pero esa, esa es otra historia.

elrincondezalacain@gmail.com

*Autor de “Orígenes de la Cocina Poblana” Editorial Planeta.

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