Por Jesús Manuel Hernández*

Madrid, España.- El aventurero había escuchado de Marta Portal Nicolás, asturiana ganadora del Premio Planeta en 1966, pues varias de sus obras estuvieron enmarcadas en el tema de la “doble moral”, premisa requerida para entender a la sociedad poblana.

Marta murió en 2016 y una buena parte de su trabajo lo desarrolló como presidenta de la Asociación Cultural de Amistad Hispano Mexicana debido a su estancia en Colombia.

Fue en Bogotá donde se dedicó a investigar y escribir “El Maiz, Grano Sagrado de América”, un pequeño libro auspiciado por Ediciones Cultura Hispánica de Madrid y cuyo costo era de 100 pesetas al momento de su aparición, 1970.

Zalacaín recorría, como cada mañana el Barrio de las Letras, hacía tiempo no se paraba frente a la placa donde se da fe del sitio donde Miguel de Cervantes decidió ser sepultado, en el convento de las Trinitarias.

Donde acudía normalmente era enfrente, visitaba por curiosidad una de las librerías más bellas de Madrid, la de Miguel Miranda, tercera generación ya, de especialistas en libros antiguos “raros y agotados”. Fundada en 1949 tiene todo para llegar a su centenario.

Cuenta con una escalera de caracol, de hierro, en el centro del salón, motivo de visita obligada. El espacio ha sido usado en repetidas ocasiones como escenario de locaciones para cine y televisión.

El aventurero tenía por costumbe acercarse a la Librería Prado, en la Calle del Prado y la Miranda en Lope de Vega y preguntar si había algún libro relacionado con México o con gastronomía de Iberoamérica; como resultado Zalacaín se había ido haciendo de una buena colección de libros mexicanos y poblanos, llevados por migrantes españoles cuando regresaban a su tierra y las familias no los apreciaban, por tanto los llevaban la Cuesta de Moyano o a las librerías de antiguo.

Y en esta ocasión Zalacaín encontró el tomo de Marta Portal. Tan solo abrirlo y leer el prólogo le motivó a hacerse de él:

“… Colón llega ante los Reyes Católicos en Barcelona; le acompañan hombres de rostro cobrizo, adornados con plumas, que transportan, junto a las muestras de oro, pájaros multicolores, frutos de formas extrañas, aromáticos y de colores vivos, e indudablemente un grano nuevo, el maíz, que iba a tener rápida fortuna en las tierras del Viejo Mundo.

“El continente americano vivía a fines del siglo XV prácticamente en régimen de cosecha, con la sola excepción de algunos lugares cercanos a Tenochtitlán, la espléndida ciudad de los mexicas, y las terrazas y abancaladas de los valles y andinos…

“El maíz habituó al nómada a transformarse en sedentario, a esperar la futura cosecha, ya transportable y de consumo sucesivo. El español pronto tuvo conocimiento de este cereal; con su pan y su grano avanza el descubrimiento…”.

El texto no era de Marta Portal, sino de don José Ibáñez Cerdá, llamado “el bibliotecario ejemplar”, a cargo de la Biblioteca Hispánica y a quien Marta Portal había pedido prologar su obra sobre el maíz.

Vaya descubrimiento, dos personajes especializados en América, unidos en una obra donde lamentablemente no se cita el origen del maíz en Tehuacán, Puebla, pero si se da fe de su cultivo cinco mil años antes de la llegada de los españoles. Pero esa, esa es otra historia.

elrincondezalacain@gmail.com

YouTube: El Rincón de Zalacaín

* *Autor de “Orígenes de la Cocina Poblana” Editorial Planeta.

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