El demócrata ha elegido para bendecir su investidura al que fuera rector de la Universidad de Georgetown, Leo O´Donovan, amigo y cura «celebrity» que apadrinó a Felipe VI en Washington

JOSÉ BELTRÁN / LA RAZÓN

El 20 de enero tendrá algo más que un cameo en la investidura de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos. El jesuita Leo Jeremiah O’Donovan III, de 86 años, será el encargado de bendecir al nuevo inquilino de la Casa Blanca en la tradicional oración que tiene lugar nada más comenzar la ceremonia de la toma de posesión. Una designación a dedo del líder demócrata, en tanto que el sacerdote es lo más parecido a un director espiritual para el líder demócrata, al que ha acompañado en los instantes más aciagos de su vida personal, que han sido unos cuantos. El religioso fue quien presidió el funeral de su hijo mayor, Bau Biden, fallecido de un cáncer cerebral a los 46 años en 2015.

Cuando el jesuita se enteró de la muerte de la mano del propio político, rompió a llorar dado los lazos que le unen a la familia. «Fue él quien me consoló a mí. En ese momento, él se convirtió en el pastor», recuerda este cura alineado con las reformas del Papa Francisco y que define al nuevo presidente como «un católico profundamente fiel y muy creyente».

Petición personal

De hecho, fue Biden quien llamó personalmente hace unos días por teléfono para pedirle que le acompañara en la jornada en la que se convertirá en el segundo católico que resida en la Casa Blanca, después de John Fitzgerald Kennedy. No hacía mucho que se habían visto. Poco después de ganar las elecciones, Biden no dudó en participar el pasado 12 de noviembre en una campaña virtual de recaudación de fondos para el Servicio Jesuitas a Refugiados, que dirige el sacerdote. Y ahí aprovechó para anunciar un giro en la política migratoria de Donald Trump, al desvelar que Estados Unidos aceptará bajo su mandato a 125.000 refugiados anuales frente al límite de 15.000 que puso el republicano.

Tampoco dudó en escribir el prólogo del libro que escribió hace un par de años sobre los menores extranjeros.

Pero el vínculo entre ambos viene de lejos. Al menos, desde lo años 90, cuando el jesuita era el rector de la Universidad de Georgetown y el demócrata senador por Delaware. Leo O’Donovan no perdió la oportunidad entonces de aprovechar que Hunter, otro de los hijos de Biden estudiaba en el centro, para invitarle a dar una conferencia sobre cómo ser católico en la vida pública.

Lo cierto es que el padre Leo es toda una «celebrity» en Norteamérica, por el mero hecho de haber estado al frente durante más de una década -entre 1989 y 2001- de unas de las universidades más prestigiosas del país, lo que le llevó a codearse lo mismo con presidentes y líderes empresariales que moverse en actos con Lady Di o Ana Wintour. Entre sus méritos en Georgetown se encuentra haber disparado la calidad y poner en orden las cuentas del prestigioso centro de estudios, incluyendo la de poner a la venta el hospital universitario que arrastraba una deuda millonaria.

Uno de los alumnos de más caché durante su mandato de rector de la Universidad fue Felipe VI, que durante dos años estudió su master en Relaciones Internacionales y al que O’Donovan siguió de cerca y llegó a definirle como «responsable, inteligente y modesto». Tal fue el vínculo que generó el ahora rey con el centro universitario que en 1999 se abría en Georgetown la cátedra Príncipe de Asturias de Estudios Españoles. En 2006 el camino del jesuita se volvería a cruzar con el del monarca en la parroquia de San Rafael en Ibiza, pues O’Donovan casó a Cristoph Von Reiche, uno de sus compañeros de pupitre en el máster y amigo íntimo que fue testigo en la boda de Felipe y Letizia.

Como jesuita que se precie, no rechaza los riesgos en su apostolado. De la mano del que fuera presidente de Disney, Michael Eisner, padre de uno de sus alumnos, aceptó formar parte de la junta directiva de la multinacional justo cuando las críticas de diferentes grupos cristianos arreciaban contra por haber producido películas como «Priest», con un sacerdote homosexual como protagonista, o la propia «Pocahontas», a la que grupos ultracatólicos acusaban de promover el paganismo y la New Age.

También se inició un boicot porque la empresa amplió los beneficios familiares a los empleados a las parejas gais.

«No estoy seguro de cómo es de consciente de cuánto encarna el Concilio Vaticano II, pero la encíclica ’’Gaudium et Spes’’ habla del nacimiento de un nuevo humanismo en el que las personas se definen por sus responsabilidades para con sus hermanos y hermanas. Y ése es Joe Biden», dice convencido el director espiritual de cómo el líder demócrata puede encarnar la Doctrina Social de la Iglesia en los próximos cuatro años. Esta reflexión no parece ser compartida al cien por cien por los obispos norteamericanos que, si bien confían en que acabe con la pena de muerte en el país, tienen su espinita clavada por su postura ambigua ante el aborto.

Católico practicante

Poco se sabe si de dónde irá Biden a misa cada domingo cuando finalice su mudanza. Jill, su actual mujer, le acompaña siempre a la eucaristía, aunque ella es presbiteriana. En su entorno, defienden que, al menos durante los primeros meses, la celebrará en la Casa Blanca, tanto por cuestión de seguridad como por la pandemia del coronavirus.

Hasta ahora, el futuro presidente ha continuado yendo la iglesia de San José, cerca de su residencia en Wilmington. Y cuando ejerció como vicepresidente alternaba la capilla de Dahlgren en Georgetown como la parroquia de la Santísima Trinidad, ambas en manos de los jesuitas.

A buen seguro que, si le solicita al padre Leo que ejerza de capellán presidencial, no dudará en aceptar.

Fuente: https://www.larazon.es/gente/20210116/zpbppzhq2fcpnalikgvoenmpse.html

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