Arturo Ripstein reflexiona, junto a Paz Alicia Garciadiego, sobre el deseo y el sexo en las personas más mayores

LORENA LÓPEZ / ABC

El sexo es, para muchos, un tema tabú; pero el asunto es aún más complicado si se le añade la palabra ‘vejez’. Arturo Ripstein ha querido romper este silencio con su última película, ‘El diablo entre las piernas’. Se trata de un retrato del deseo sexual a una edad avanzada realizado por el director chileno y la escritora y guionista Paz Alicia Garciadiego, que además es esposa y cómplice. «Hacía unos años que no cuajaban película, y ahora, con título atronador, traen esta belicosa y turbia historia de pasiones y sexo vejestorio que funciona como un potente ‘electroshock’ a los ojos y la psique del espectador», expone el crítico de ABC Oti R. Marchante.

Han pasado 35 años de su primer trabajo juntos, para el cual Paz Alicia Garciadiego escribió un guión de 400 palabras. «Estaba muy insegura porque nunca había escrito uno, pero yo quería que trabajase conmigo porque sus relatos eran muy minuciosos», recuerda el chileno. Ahora, con más experiencia y bajo el título ‘El diablo entre las piernas’, juntos exponen los abusos, vejaciones y humillaciones que sufre día tras día Beatriz (Sylvia Pasquel). El autor de ellos es su celoso esposo, pero la codependencia que sufre impide a esta mujer ver la posibilidad de otra vida.

Beatriz, a fuerza de sentirse vejada, se siente deseada y deseable. Quiere comprobar si esto es cierto, y para ello sale una noche de casa sin rumbo pero con un solo propósito: sexo. «Para reflexionar sobre el deseo y el sexo en la vejez tenía claro que el olor tenía que tener un papel muy importante. Una de las primeras cosas que recuerdo de mi viejita es cuando me di cuenta de que existía el olor a viejo, y ese olor produce repelús si se une a la idea de sexo. Eso está representado en pantalla: la decadencia del cuerpo, por eso es tan importante ese olor de la casa. Huele a polvo, a humedad. Ella huele a viejo, él mucho más a viejo», explica la guionista.

Esta última película mantiene la seña de los últimos filmes de Ripstein al volver a utilizar solo blancos y negros. «Entre el blanco y negro está el gris, y ahí cabemos todos», apunta el cineasta chileno.

Una infancia de cine

Con sus películas, de las que se siente orgulloso y de las que no, Ripstein ha intentado «encontrarse». «En una reunión familiar, cuando apenas tenía 13 años, me dijo mi tía que tenía que empezar a buscarme a mí mismo ahora que me estaba haciendo mayor, ¡como si yo no estuviera ya ahí! Tenía razón, pero lo único que consiguió fue meterme en un laberinto de enigmas muy complejos y difíciles de aclarar. Llevo 62 años buscándome y no lo he logrado», apunta. Lo que sí encontró fue su vocación.

Creció en estudios de cine y rodajes cinematográficos, a los que acudía como acompañante de su padre, el productor Alfredo Ripstein Jr. «Fue muy complicado conseguir mi primera película. Cuando le dije a qué quería dedicarme, a mi padre le dio un espasmo, como si le hubiese dicho que quería ser traficante de drogas», recuerda. «Lo que he cumplido estos años es con una vocación firme, que me ha dejado muchos momentos de júbilo, pero aún más de fracaso y dificultad. A fin de cuentas, las carreras de cine se hacen con el talento que uno tenga y la suerte. Yo he contado con buena suerte. Quizá no la que quería, pero sí que he tenido. Eso me ha llevado a ser quien soy, que no es quien quería ser», reflexiona el que fuese aprendiz de Luis Buñuel. Tras la charla, vuelve a trabajar en un antiguo guion que nunca llegó a rodar.

Fuente: https://www.abc.es/play/cine/noticias/abci-diablo-entre-piernas-pasion-vejez-202102261338_noticia.html

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