Un proyecto en tensión, para bien y para mal

José Ojeda Bustamante

Compartirles un análisis desde las antípodas, un personal optimismo racional por la jornada ciudadana que vivimos el día de ayer domingo 7 de junio, la cual sin lugar a dudas ha marcado un antes y un después en la vida democrática de nuestro país.

Y es que la prueba de fuego que vivimos en este proceso intermedio, el más grande de la historia reciente en la vida democrática de nuestro país en tanto convocó a 93.5 millones de electores y la disputa de casi 21,000 cargos, entre ellos 15 gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos tuvo, de manera destacada, una desborda participación ciudadana.

Esto es motivo de esperanza en tanto demuestra que, pese sus matices y altibajos, los ciudadanos tienen la confianza en que la emisión de su sufragio tiene  un valor sustantivo y puede representar una diferencia en la construcción de la vida democrática, pero también, y este es un segundo elemento que me gustaría resaltar; la alta participación ciudadana registrada, la cual conforme a cifras del INE, rondó entre 51.7 y 52.5 por ciento, nos permite inferir que la ciudadanía confía en que la emisión de su voto ha de ser contabilizado y articulado a través de los canales institucionales creados para ello.

Es decir, denota la confianza en las instituciones encargadas de articular votos en escaños; soberanía a través del voto, en curules y puestos de representación popular. Al respecto, un reconocimiento a la impresionante organización ciudadana de 1 millón 400 mil personas que fungieron como funcionarios de casilla en 164, 500 casillas instaladas prácticamente al 100%.

Resalto todo lo anterior porque nuestra democracia tal y como la conocemos, y ponderada en un espacio de tiempo, no deja aún de ser aún joven y frágil y es en cierta medida tan robusta, como lo son las instituciones que la conforman.

Mencionado lo anterior y entrando ya de lleno a los resultados electorales, tal pareciera que la ciudadanía ha tomado una decisión clara respecto a que los votos emitidos en las urnas se traduzcan en un poder Legislativo más equilibrado y un balance de poderes locales que matice el ejercicio del poder que ha caracterizado el primer trienio del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Según resultados preliminares del PREP.

La alianza de Morena con el Partido Verde Ecologista y el Partido del Trabajo (PT) le darían entre 265 y 292 curules frente a los 311 que ostentan actualmente.

Morena y sus aliados alcanzarían la mayoría simple –como la tienen actualmente-, mientras que la oposición recuperaría escasos escaños perdidos en elecciones anteriores.

El Partido Acción Nacional (PAN) pasaría así de los 79 asientos actuales a entre 106 y 117, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de 49 en la Legislatura que ya fenece a ocupar entre 63 y 75 curules en el próximo Congreso Federal

Dos serán los escenarios que se anticipan como respuesta del ejecutivo, pero de igual manera trasladables al bloque opositor que se ha conformado: radicalización o negociación.

El primer escenario, despertaría un aspecto negativo de nuestra democracia ya que ahondaría la polarización existente, en el ánimo de cada uno de los actores, presidente y bloque opositor se atrincherarían en sus respectivas posiciones sin buscar posibles puntos de encuentro. Esto sería lamentable.

El segundo escenario sería el de una postura en ambas partes tendiente a la negociación, a una tensa discusión que en sí es el germen de nuestra democracia, ya que permite dirimir problemáticas e intereses en la arena legislativa para llegar a acuerdos. Es justamente esa tensa calma, esa cuerda en tensión, pero con propuesta para construir el México al que aspiramos.

Implicaría para el presidente negociar con la oposición y aprender a transitar hacia acuerdos con los sectores que no comulgan con su posición ideológica, política y económica.

Lo que también resulta evidente es que el cambio en nuestro sistema de partidos, entraña una nueva etapa apasionante, en donde se espera la altura de miras de sus participantes. Estamos ante un bipartidismo de facto.

Respecto a las gubernaturas, de las 15 disputadas, el escenario al corte de esta participación nos muestra un claro respaldo de la ciudadanía a los candidatos de Morena y sus aliados al triunfar en 9 gubernaturas de manera clara, y dos más en plena competencia, y una para sus aliados; mientras que la oposición se habrá llevado el triunfo contundente en tres, que son Nuevo León MC, Chihuahua y Querétaro para el PAN. Y el PRI ¿Dónde se perdió? Para otro momento dejaremos también el escenario a nivel de gubernaturas ya que se abren perspectivas por demás interesantes y la nueva CONAGO y/o Alianza Federalista.

El Presidente y los partidos con los cuales se coaligó ganaron el domingo mucho más de lo que merecen por su desempeño ¿Ustedes que opinan?, pero mucho menos de lo necesario para seguir caminando solos, sin oposición, el segundo tramo del gobierno.

Los resultados de ayer confirman que López Obrador cuenta con mayoría de voluntades, pero también exhiben límites precisos a su poder.

El gran ganador, es la ciudadanía, la cual nuevamente se comportó de manera ejemplar, mandando un claro mensaje a los partidos políticos, gobernadores, diputados locales y federales, así como a los alcaldes, que México goza de vitalidad participativa y democrática, nuestras instituciones políticas ¿Han de estar a la altura de tan importante reto? @ojedapepe

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