Por Fernando Manzanilla Prieto

La pandemia del Covid está provocando una crisis de salud mental nunca antes vista. El temor al virus, el encierro y las preocupaciones económicas han generado una pandemia paralela en gran parte de la población. Mucha gente vive atrapada en sentimientos de ansiedad, frustración y enojo. La angustia, el miedo y las preocupaciones propias del día a día han disparado las crisis emocionales, los delirios, los ataques de insomnio y los estados depresivos.

De acuerdo con los resultados de la Encovid-19/IBERO, en octubre del año pasado, 65% de la población en México reportó altos niveles de preocupación por las afectaciones del COVID. Y de las personas con menor nivel socioeconómico, 34% tenían síntomas severos de ansiedad. 27% de las personas de 18 años en adelante presentaron síntomas depresivos y 32% síntomas severos de ansiedad. Incluso hay evidencia de que el incremento de suicidios podría estar asociado a la pandemia.

Se trata de una crisis de salud mental que está dejando en todos, una larga secuela de problemas mentales que, por la emergencia, no se les está prestando la atención necesaria. Y es que, como se suele decir, lo urgente no deja tiempo para lo importante. Los sistemas de salud están completamente concentrados en brindar atención a los pacientes de Covid.

Sé de muchas personas que, aquí en Puebla, han acudido a las instituciones públicas de salud a pedir ayuda psicológica y no las han atendido. Esto es inaceptable. El apoyo a la salud mental debe contemplarse como un componente fundamental de la respuesta a la pandemia del Covid. Nadie debe sufrir solo y sin ayuda profesional esta situación tan difícil que estamos enfrentando por la pandemia.

Pensando en ello, presenté un Punto de Acuerdo en la Cámara de Diputados para exhortar a la Secretaría de Salud federal y a las instituciones de salud de los gobiernos de las entidades federativas a que, en el ámbito de sus atribuciones:

Primero, refuercen la difusión de los riesgos de salud mental, así como las acciones de prevención de los trastornos mentales y del comportamiento, derivados de la pandemia del Covid-19. Segundo, a que contemplen la atención a personas con trastornos mentales y del comportamiento como parte integral de la atención a la pandemia del Covid. Y tercero, a que refuercen sus programas de detección y atención temprana de trastornos mentales y del comportamiento con especial énfasis en grupos vulnerables, adolescentes y menores de edad.

Asimismo, estoy exhortando a las secretarías federales de Educación y de Trabajo y Previsión Social, así como a sus homólogas estatales a que, también en el ámbito de sus atribuciones, fomenten acciones y campañas de promoción de la salud mental ante la situación de emergencia que vive la población frente al Covid-19. La gente debe estar bien informada para poder identificar los síntomas de algún problema de salud mental, pero también debe tener claro dónde puede pedir ayuda.

En fin, es urgente que como país, atendamos cuanto antes esta problemática. Tenemos que garantizar que todo aquel que pida ayuda o necesite apoyo psicológico reciba la atención que se merece de manera oportuna y expedita. No olvidemos que parte esencial del bienestar de las personas y de las familias es contar con una buena salud mental.

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