Por Jesús Manuel Hernández

Antes de terminar el año anterior el Gobierno de Puebla se vio en la necesidad de declarar un estado dominado por el semáforo rojo, la ley seca y las prohibiciones a las concentraciones. Evidentemente la reacción tuvo su origen en la alarmante señal que el sector salud privado había reportado al público, el colapso se había presentado.

Desde su residencia de la Ciudad de México el gobernador Barbosa hubo de intervenir para informar a los poblanos de las nuevas medidas.

En principio la estrategia contempla el 11 de enero como la fecha límite para estas medidas emergentes, en la realidad, se sabe, se supo, se pronostica, la medida se continuará al menos unos 10 días, o más, pues el sistema de salud no tiene capacidad de responder al agravamiento.

El tema no es culpa del gobierno, tampoco de los hospitales privados, mucha de la responsabilidad se sitúa en los ciudadanos que no han respetado las advertencias. Pero el dilema se derivó de la alternativa entre buscar dinero para comer o contagiarse, qué se privilegiaba, esa era la cuestión.

Al tema de salud se sumará en breve el asunto político rodeado de varios asegunes donde las divisiones de los grupos en torno al poder se debaten respecto a lo que sucederá en este año, cuando se definan quiénes serán candidatos o candidatas, incluyendo las elecciones internas y constitucionales.

La ley marca pautas, la primera semana de febrero será clave, algunos presidentes municipales habrán de pedir permiso, ausentarse para enfrentar la contienda interna de sus partidos, y eso genera suspicacias, incluso algo de morbosidad entre los observadores.

Las definiciones al interior de la alianza anunciada entre el agua, el aceite y el vinagre, PAN/PRI/PRD, dejan recovecos, despiertan ilusiones, levantan polvos de viejos lodos y hacen que afloren los intereses económicos que se pueden obtener al participar.

La capital del Estado es la pieza clave, para la mayoría, en los tramas de la reconquista; MORENA, tiene pocas piezas, la más importante será sin duda la opción de que Claudia Rivera sea presentada en las boletas; el PRI ha sido comunicado que no tendrá la capital entre sus candidaturas, tampoco el PRD, así que el PAN entra en conflicto por definir quién será su representante en medio de las negociaciones con candidatos a diputados locales y el reparto de las regidurías.

Genoveva Huerta al parecer lleva mano en el tema; Eduardo Rivera Pérez, el maestro, asume que es opción pero demanda tener candidatos en las diputaciones locales y la planilla de regidores, algo así como “todo o nada”, un asunto que no es bien visto en la dirigencia estatal donde Marcelo, el hacedor de todos los males, presiona por figurar en la regiduría de partido por encima de los intereses de los panistas tradicionales, una manera de pagar sus actividades digitales.

En ese aspecto, muchos dudan que Rivera Pérez logre el consenso a no ser que ceda en algunas de sus pretensiones. Al final el PAN tiene, según encuestas previas, más posibilidades de recuperar la plaza, asunto que al gobernador no le cae del todo mal, pues todo lo que vaya contra la actual presidenta, le agrada.

Por ende PRD y PRI no tendrán candidato por la capital se sumarán a la propuesta panista.

Blanca Alcalá optó por meter a su hija en una candidatura, asunto que los priistas ven más como imposición que como premio por vida de militante y logros políticos personales, la era de los “juniors” le dio al traste al PRI en el pasado, pero hay quien se tropieza siempre con la misma piedra.

Enrique Doger, hombre fuerte del PRI para recuperar la capital, ha sido invitado a participar, sí, pero por algún municipio conurbado.

Francisco Fraile ve difícil su candidatura y más su campaña, pues los cholultecas no lo ven como “propio”.

Humberto Aguilar Coronado, dio el zarpazo de tigre hace semanas, amarró su presencia en una diputación federal.

Gabriel Biestro sigue siendo el candidato de Casa Aguayo para la capital, con pronóstico reservado para el futuro inmediato. ¿En qué barrio nació?

Y así seguiría la lista de una etapa de la política poblana acotada por la pandemia, por el presupuesto, por los logros, por las infamias, por las filias y mucho, mucho, por las fobias. Al final será divertido.

O por lo menos, así me lo parece.

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